lunes, 21 de noviembre de 2011

entre el espanto y la ternura


En una ocasión asistí a una conferencia sobre la experiencia espiritual que vivió un hombre en India durante la década de los sesenta.

Nos contó que estaba absolutamente dispuesto a librarse de sus emociones negativas: luchaba contra la ira y la lujuria, luchaba contra la pereza y el orgullo, pero sobre todo quería liberarse del miedo. Su profesor de meditación le decía una y otra vez que dejase de luchar, pero él consideraba que aquello no era más que otra manera de explicarle cómo superar los obstáculos. Finalmente, el profesor lo envió a meditar en una pequeña cabaña al pie de las montañas. Él cerró la puerta y se dispuso a comenzar con la práctica; al llegar la noche, encendió tres pequeñas velas. Hacia medianoche oyó un ruido en una esquina de la habitación y en la oscuridad pudo distinguir una gran serpiente. Estaba justo delante de él, balanceándose, y le miraba como una cobra real. Estuvo toda la noche totalmente alerta, manteniendo los ojos en la serpiente: tenía tanto miedo que no podía ni moverse.

Sólo estaban él, la serpiente y su miedo. Justo antes del amanecer se apagó la última vela y él empezó a llorar, pero no lloraba de desesperación, sino de ternura. Sintió el anhelo de todas las personas y animales del mundo; conoció su lucha y su alienación. Todas sus meditaciones no habían sido más que lucha y separación. Entonces aceptó –verdaderamente aceptó de todo corazón- que era iracundo y celoso,que se resistía y luchaba, y que tenía miedo.
También aceptó que era un ser precioso más allá de toda medida: sabio y estúpido, rico y pobre, y totalmente insondable. Se sentía tan agradecido que se levantó en medio de la oscuridad total, caminó hacia la serpiente y le hizo una reverencia.
A continuación se tumbó en el suelo y se quedó profundamente dormido. Cuando despertó la serpiente había desaparecido
Nunca supo si se lo había imaginado o si realmente había sucedido, pero no parecía importarle mucho. Como dijo al final de la conferencia, el contacto íntimo con el miedo hizo que sus dramas personales se colapsaran y finalmente el mundo que le rodeaba pudo llegar hasta él.






10 comentarios:

  1. Un relato muy interesante.Los miedos irreales limitan la expansión del ser humano con todas sus potencialidades.
    Cuando aparece un miedo real, se valora mucho más lo cotidiano.
    Lo fundamental,y siendo tarea ardua, está en la aceptación de la emoción.
    Me ha gustado.Invita a la reflexión.
    un saludo

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  2. Si hurgamos un poco, podemos mirar cuántas serpientes acechantes nos impiden actuar con libertad.

    Un abrazo.

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  3. Precioso y me ha enternecido mucho.GRacias y un abrazo

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  4. Se aceptó como era, con todo lo que no le gustaba de sí mismo y entonces se permitió ver lo que le gustaba.

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  5. Verdaderamente cierto. Cuando te enfrentas con tus miedos, éstos desaparecen.
    No hay que oponer resistencia, sino más bien aceptar .
    Me ha gustado.
    un abrazo.

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  6. Este me ha llegado.
    Hoy estoy más sensible que otros días.

    Saludos.

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  7. ¡¡Excelenteeeeee y qué linda canción!!

    Besote enorme.

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  8. …Podemos quedamos allí, expuestos, sin saber qué hacer, simplemente permanecer en el sitio con la energía cruda y ternura del momento.
    Ése es el lugar en el que empezamos a aprender el significado que hay detrás de los conceptos y las palabras. … Estamos en continuo cambio.

    Podemos apegamos a nuestra seguridad o podemos exponemos como si acabáramos de nacer, como si acabáramos de surgir al resplandor de la vida y estuviéramos totalmente desnudos...

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  9. Siempre he oido que el que no se arriesga nada pierde... pero tampoco gana nunca nada..

    Arriesguémonos .. tal vez ( como éste hombre ) .. ganemos.

    Un fuerte abrazo.

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  10. Muy buen relato y buenísima canción.
    Todavía tengo alguna culebrita en el armario...

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