domingo, 13 de enero de 2013

Molotov y Don Mario


Ayer fui al recital de Molotov.

Mi amigo Alvaro que ya los había visto hace diez años atrás en la anterior visita del grupo mexicano a la ciudad de Montevideo  me advirtió diciéndome: - El recital grandioso, pero no pude evitar sentirme un viejo al estar rodeado de tantos adolescentes eufóricos, si quieres darte cuenta como han pasado los años para nuestra generación anda y después decime como te sentiste.

Por supuesto que fui al concierto al aire libre en la rambla sabiendo que las palabras de mi amigo eran ciertas pero también fui dispuesto a divertirme.
Los músicos, el recital, las canciones…todo genial, pero el verdadero espectáculo era el público saltando, gritando, cantando, bailando, haciendo pogo…



Aquí les dejo buena música de Molotov y aunque les parezca extrañó les dejo unas palabras del escritor peruano Vargas Llosa que parecieran escritas inspiradas en el recital de ayer. 





Estos tiempos han impulsado la exaltación de la música hasta convertirla en el signo de identidad de las nuevas generaciones en el mundo entero. Las bandas y los cantantes de moda congregan multitudes que desbordan todos los escenarios en conciertos que son, como las fiestas paganas dionisíacas que en la Grecia clásica celebraban la irracionalidad, ceremonias colectivas de desenfreno y catarsis, de culto a los instintos, las pasiones y la sinrazón. No es forzado equiparar estas celebraciones a las grandes festividades populares de índole religiosa de antaño: en ellas se vuelca, secularizado, ese espíritu religioso que, en sintonía con el sesgo vocacional de la época, ha reemplazado la liturgia y los catecismos de las religiones tradicionales por esas manifestaciones de misticismo musical en las que, al compás de unas voces e instrumentos enardecidos que los parlantes amplifican hasta lo inaudito, el individuo se desindividualiza, se vuelve masa y de una inconsciente manera regresa a los tiempos primitivos de la magia y la tribu.
 Ese es el modo contemporáneo, mucho más divertido por cierto, de alcanzar aquel éxtasis que Santa Teresa o San Juan de la Cruz alcanzaban a través del ascetismo y la fe. En el concierto multitudinario los jóvenes de hoy comulgan, se confiesan, se redimen, se realizan y gozan de esa manera intensa y elemental que es el olvido de sí mismos.  

La civilización del espectáculo










2 comentarios:

  1. Me encanta Molotov!
    Me parece genial que no te amilane estar rodeado de jovenes jejeje, opino igual y además... no hay porqué!!No dejaré de ir a lo que me gusta aunque sea un geronte!

    Vargas Llosa no,no me gusta jejej...pero una cosa son las palabras...
    (Hace poco releí un cuento de Guillermo Cabrera Infante, gusano él desde mi punto de vista, y es un cuento simplemente genial!)
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te cuento que ese mismo día (y a la misma hora) se presentaban Bajo Fondo , Olodum y La 33 en el marco de los festejos de Montevideo ciudad cultural iberoamericana 2013.
      La gran mayoría de la gente de mi edad concurrió al espectáculo de Bajo fondo donde el clima y ambiente era mas tranqui...pero yo siendo mas fiel a mis raíces fui a ver a Molotov y realmente fue espectacular... también estaban mis hijos/as por ahí con sus novios/as...por ahora la cosa no pinta de nietos,jajaj...
      a propósito de esto te envió esta frase de Jagger para reflexionar: "el rock dejo de ser rebeldía desde el momento que un padre y su hijo se sentaron frente al televisor a ver la misma banda de rock"

      Saludos!

      Eliminar