De arriba del puente
De adolescente no le encontraba sentido a los estudios liceales y nunca pude entender el argumento de que era necesario estudiar “para ser alguien en la vida”. Más que estudiar yo quería aprender.
Por eso cuando me “rateaba”, uno de mis lugares preferidos era ir a sentarme a leer “Siddhartha” de Herman Hesse entre las piedras, hierros y escombros de la obra de construcción de lo que actualmente es el puente Sarmiento.
Allí un día preocupado de tanto pensar y pensar que sería de mi futuro, cierro mis ojos buscando un poco de paz y a los minutos súbitamente me llega una respuesta: más allá de lo que haga, estudie o trabaje, yo ya era alguien en la vida , el simple hecho de respirar ,desear, pensar, amar, sufrir, intentar ser feliz, levantarse, caer, volver a levantarse, el soñar y despertar ya me hacían alguien en la vida. Descubrir algo tan simple pero tan poderoso como que con mis aciertos y errores, ya era alguien, me hizo sentir alivio y un poco más libre, o al menos un poco menos condicionado. Aquel día desde arriba del puente mire a mi alrededor y todo parecía ser más claro, más luminoso y con esa sensación de liviandad volví a las clases del liceo, convencido que las clases eran un tránsito pasajero en mi vida, uno de los tantos puentes que tendría que cruzar en mi camino.
Debajo del puente
Paso el tiempo y con los años descubro que el hecho de ser alguien en la vida es una parte importante del camino pero no lo es todo, también es fundamental descubrir nuestro lugar en el mundo parafraseando a la película argentina de Adolfo Aristarain. Y entre el Ser y encontrar el propio lugar fui creciendo y transitando variados rumbos. :la música ,la psicología, la meditación, la educación, el trabajo social, el amor, los hijos… Uno de esos caminos (el de educador) me llevo a conocer la realidad de los sin techos. Las paradojas del destino me condujo varios años después al encuentro con el puente Sarmiento y a ver el contraste entre el arriba y debajo del puente.
Arriba el puente une al Parque Rodo con Pocitos atravesando Punta Carretas
uno de los barrios más caros de Montevideo y del Conosur , pero debajo del puente viven personas que desde su indigencia ,desde el frio y desamparo quizás no hayan tenido tiempo a preguntarse cuál es su lugar en el mundo .Yo que una vez ,en ese mismo puente, tuve el privilegio de poder filosofar y meditar puedo ahora considerar fundamental el luchar para cubrir las necesidades básicas de los sin techos para que puedan tener la posibilidad de descubrir que más allá dela situación que les ha tocado vivir, con casa o sin ella y a pesar de la mirada asustada de los transeúntes, que ellos al igual que cada uno de nosotros, tienen el derecho a descubrir que todos, sin excepción alguna, somos alguien en la vida.
en donde vive hace do año
la mamá del Rengo
atiende al tipo de la tele
mientra su hijo juega
de igual a igual
con lo perro. El cheto
que le acerca el micrófono
le acaba de preguntar
cómo se mantiene la
dignidá al vivir sin techo,
y ella, fichando
a su pibe, se ofende:
-no, pancho,
yo tengo techo,
lo que no tengo es parede.
Oscar Fariña
Me ha gustado esta entrada.
ResponderEliminarEs cierto que todos somos alguien en la vida, pero muchas personas como dices no tienen un techo donde dormir, donde las cosas más elementales para nosostros son palacios que ellos no pueden conquistar.
Ayudar, si todos ayudásemos un poquito haríamos felices a miles de vidas que tienen tanto derecho como nosotros a vivir dignamente.
Me ha gustado el poema, no perder el humor en los momentos malos.
un abrazo.
Hola Flamel, muy buena entrada, encontrar nuestro lugar en el mundo creo que es lo mejor que nos puede pasar... respecto a los que vienen debajo de los puentes, pienso que estan ocultos para los gobiernos. Poema con ironia. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Mariola y Lapisazuli por vuestra presencia en mi loca guarida.
ResponderEliminarBesos