Tenía 12 años cuando comencé la secundaria.
Era el mas chico de la clase y tanto mis compañeros como los
profesores me veían como un “infiltrado”, un pequeño entrometido, como alguien
fugado de la escuela que se había “colado”
en el liceo. En los corredores, a la hora del recreo, nunca faltaban los “vivos”
que me decían que el jardín de infantes quedaba enfrente, que me había equivocado
de local.
En aquellos tiempos no existía el término Bullyng, pero el
hecho del acoso liceal y escolar siempre estuvo presente en todos los tiempos.
El profesor de idioma español, se había
empecinado en gastarme con bromas tontas que para martirio mio, eran festejadas
por el resto de la clase. Recuerdo especialmente una vez que nos pidió que explicáramos
el significado de distintas palabras. Nos dejo un papel en la mesa con una
palabra escrita y los alumnos debíamos definirla de la manera mas clara
posible.
Era un buen ejercicio
de comprensión y expresión, pero el profesor lo convertía en una pequeña práctica sádica burlándose de nuestras
torpezas de comunicación.
Como ya dije, el tenia un especial empecinamiento conmigo,
por eso cuando vi la palabra que me tocaba definir, empecé a sudar porque ya sabía
el denso calibre de las burlas que se avecinaban…y así fue.
La palabra era cita e irónicamente comenzó a
preguntarme si yo sabía lo que era una cita, si alguna vez había tenido una, y
ya zarpándose cada vez más, con total malicia me pregunta si alguna vez había ido
a una casa de citas. La clase se destornillaba de risa.
Mi cara era un tomate ardiendo de vergüenza y no sabia que decir.
El profesor regocijado en su juego
perverso me mira fingiendo seriedad y me dice:-García, estoy esperando una
respuesta, si no responde nada le voy a tener que colocarle un uno.
Desesperado, no se de
donde saco coraje y atino a decirle que en realidad cuando supe que mi palabra
a explicar era cita yo había pensado en frases o pensamientos que se mencionan específicamente
para sustentar, probar o confirmar algo.
El profesor que obviamente no espera esta contestación me
mira atónito y me pide un ejemplo. Recordé
una frase de Goethe que siempre me decía mi abuelo Toribio y la dije:
Traten a un niño como un necio y se convertirá en un necio, trátenlo como a un sabio y será un sabio.
Traten a un niño como un necio y se convertirá en un necio, trátenlo como a un sabio y será un sabio.
La clase hizo silencio no sabiendo muy bien como reaccionar,
el profesor simplemente dijo que ya estaba calificado y pasó a interrogar al siguiente alumno. Ingenuamente pensé que había valorado positivamente mi explicación,
pero a las pocas semanas cuando me dan el boletín de calificaciones descubro
que tengo un uno en idioma español.
Hablo con él pidiéndole explicación del porqué de esa nota, le hago recordar la prueba oral de semanas atrás y el me responde:- Por eso mismo, usted no me supo responder .yo le pregunte si alguna vez había ido a una casa de citas y usted me responde citándome a Goethe. De ahí el uno.
Hablo con él pidiéndole explicación del porqué de esa nota, le hago recordar la prueba oral de semanas atrás y el me responde:- Por eso mismo, usted no me supo responder .yo le pregunte si alguna vez había ido a una casa de citas y usted me responde citándome a Goethe. De ahí el uno.
Mi rabia e indignación
me obnubilo y no pude reaccionar ante sus palabras, pero creo que hoy le respondería
con esta cita de Einstein: Hay
dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy
seguro.
Solo queda desear que la vida le cobrase la estupidez donde y cuando más le doliese.
ResponderEliminarAgco de tío!!!
ja,ja me asombra tu espiritu justiciero!!!
EliminarAfortunadamente creo que el grado de incompetencia ha disminuido considerablemente. ¡Vaya profesor! El que no merecía tener citas era él. Saludos.
ResponderEliminarTu lo has dicho...
EliminarEspero que no tuvieras ese profesor mucho tiempo.. vaya tela!! ...
ResponderEliminarUn abrazo
no conocía la expresión "vaya tela"...pero se entiende perfectamente.
EliminarGracias por pasar
Bueno, es verdad que el amor nos vuelve locos, pero ¿que haríamos sin el amor?. Ser cuerdo, ¿para qué? ¿y qué temperatura hace en ese lugar?
ResponderEliminarGracias por visitarme
Un beso, me llevo tu Freud ¿puedo?
Me convierto en seguidora.
Marcela: Si, llévate a mi Freud...ya lo consulte con mi analista y el me acompañara durante el proceso de duelo de desapego...
EliminarBienvenida a mis razones locas.
Lo cierto es que hay profesores que se nos vienen a la memoria y no precisamente por sus enseñanzas.
ResponderEliminarO sí,porque con el tiempo y la distancia de por medio,aprendes la lección que apuntas con la frase de Einstein,muy bien lograda,¿verdad?
Gracias por dejar tu huella en mi isla.
Un beso.
Marinel,bienvenida a la cofradía de mis razones locas.
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