domingo, 12 de mayo de 2013

Mi médico y yo.



Uno nunca sabe cuándo le va a llegar la hora.
 Pero mi médico insiste en que si sigo sin hacer ejercicio físico y sin cumplir al pie de la letra con la estricta dieta alimenticia que me recetaron junto a media docena de pastillas diarias, que me vaya haciendo la idea de que este invierno voy a usar un sobretodo de madera.
  
Yo lo escucho atentamente. 
No es la primera vez que intenta asustarme. En realidad no es mal tipo, es más creo que sus intenciones son loables, pero resulta que es muy torpe en el arte de la persuasión.                                                              
 Hace ya tiempo que pronostica mi muerte y cada vez que salgo de su consultorio me siento como un zombi. Un zombi diabético, hipertenso, con colesterol alto y artritis reumatoide pero zombi al fin.
  De lenguaje parco, censurador y con sentido de humor casi nulo me miro seriamente y dispuesto a darme un ultimátum me dijo:-¡Adiós! Estoy convencido que esta es la última vez que nos vemos.
Fue su último desesperado intento para que yo tomara conciencia de las virtudes de la abstinencia. Sin embargo tenía razón.  Al salir esa tarde del consultorio lo atropello un coche.

Ahora me atiende un médico nuevo, joven, amable, comprensivo, servicial y con enormes raudales de paciencia… pero las consultas ya no son lo mismo. Extraño a mi viejo doctor…             Pero como dije al principio: uno nunca sabe cuándo le va a llegar la hora.


13 comentarios:

  1. Es que cuando uno se acostumbra a un médico... Pero parece que este paciente les va a sobrevivier a todos jeje

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  3. El médico que elegimos puede ser determinante para nuestras vidas...
    Un beso medicinal ( o dos).

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  4. Auch =( pobreeee

    pensé en mi médico que me cae tan bien, reconozco que es mas persuasivo que el tuyo, espero que este relato sea pura ficción, no me refiero al médico, me refiero a tu salud, espero que te estés cuidando ;)

    besos

    voy a ver si vuelvo al blog, creo que me está matando la realidad

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    1. Bueno,estimada pato...entre bomberos no nos vamos a pisar la manguera ...entre fantasmas no nos vamos a pisar la sabana...es decir que entre escritores (o pichón de escritor en mi caso ) no nos vamos a decir que hay de cierto o no en lo que escribimos,pero algo de real hay en mis palabras...por eso recurro a la medicina de la escritura. Besos.

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  5. Me ha gustado tu relato, tiene algo de verdad y mucho ingenio.

    Feliz fin de semana

    Un cálido abrazo

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  6. sin duda estar vivo te conduce irremediablemente a la muerte,la vida es una enfermedad cronica e incurable,pero me resulta mas dificil de entender la inmortalidad, es como lo infinito, son conceptos mas dificiles de asimilar que la sencilla muerte.

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    1. Klee ,tu comentario me trajo a la memoria este poema de J.L.Borges

      Manuel Flores va a morir.
      Eso es moneda corriente;
      morir es una costumbre
      que sabe tener la gente.

      Y sin embrago me duele
      decirle adiós a la vida,
      esa cosa tan de siempre,
      tan dulce y tan conocida.

      Saludos,gracias por tu presencia.

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  7. jajaja, nadie muere en la víspera Luis.
    Y te cuento un secreto...
    (el sentido del humor rejuvenece y alarga la vida)
    Besos.

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